Se dicen muchas cosas sobre el delicado asunto de la financiación de la iglesia. Y muchas falsedades y enmascaramientos. Y muchas medias verdades. Sobre todo en algo que debería ser transparente como la luz. Pero no. Es lo que pasa cuando un sistema político confesional se transforma en otro aconfesional y se deja el asunto de las perras a un bueno-ya-veremos-después. Que luego se enquista y cuesta mucho destetar al marrano. Así llegamos a una situación, la actual, en la que un estado financia un culto. Y esto, aunque sea negado y disfrazado de mil maneras por la parte beneficiaria, no se ajusta a la Constitución en modo alguno, se diga lo que se diga y como se diga. Hay cuatro modelos, que pueden ser más o menos apropiados y que se están discutiendo. El modelo francés en que ?la República no reconoce, ni subvenciona, ni financia ningún culto? por Ley 9/12905 de separación iglesia y estado, pero colabora financieramente en cuantas actividades sociales promocione l´eglise. No gusta en modo alguno a la de aquí, y dicen que nones, zapatones? Al modelo alemán, un impuesto religioso, el ?kirchenstauer?, que el estado recauda, desquitando los costos de gestión, para la católica, a los que reconociéndose católicos desean pagarlo, y que es el preferido por la administración española dicho sea de paso, los obispos no quieren ni oír hablar de él. Es más, dicen que ese, ni de cerca? El modelo norteamericano, cuya legislación tampoco permite ayudas a ninguna confesión religiosa, pero sí que favorece las donaciones a través de fundaciones, tampoco hace tilín a la conferencia episcopal, y también dicen que nani de plasti, colegui? En cuanto al modelo italiano, el más parecido por cierto al español, tiene algunas diferencias como, si bien el porcentaje establecido, 0,8%, es mayor que el nuestro, 0,52%, se ha de repartir con otras confesiones y ong´s que tengan acuerdo con el estado, y claro, esto tampoco gusta a los prelados españoles, que si bien sea partido nada de compartido.. Esto es, todo para ellos.
Pero es que, además, el caso español se agrava porque acá no se le cobra el Iva a la iglesia en sus transacciones (174 millones de euros el último año, creo) y Bruselas ha dicho que ?aquí paga tó dios o nenguno?, y que eso es ilegal. Pero tampoco en esto la ínclita iglesia quiere soltar la mosca, y no traga, y pone como ejemplo a Portugal, que se lo paga a la comunidad económica europea de su bolsillo por cuenta de la santa. O lo que es lo mismo, lo que amoquina la católica en Iva, se lo devuelve por otros conceptos.
Lo que a mí me hace mucha gracia es que huyen de la autofinanciación como de la peste. Y de lo que es normal en cualquier país democrático, aquí se espantan como alma que lleva el diablo, y ponen el grito en el cielo, que es el suyo. Y quieren lo mejor de cada modelo, pero sin asumir las responsabilidades de ninguno. Y que lo del estado aconfesional bueno, siempre y cuando los dineros sí sean confesionales a tope guay. Y que se pueden permitir poner a parir a dios y maría santísima, que se dice, del gobierno de turno, y a montarle un cristo detrás de otro, y mantener su independencia ideológica y de opinión, que me parece muy bien, y a montarse cirios como castillos, que tampoco lo veo mal si así les place, óigan, pero que les sigan soltando los doblones por la geta y porque se han aplicado un derecho de carnada que, aunque sí sé de cuándo, no sé porqué ni de dónde? Pues me río yo de la coherencia, eminencia?
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